miércoles, 20 de agosto de 2008

¿es usted inocente?


"––¿Es usted inocente? ––preguntó.

––Sí ––dijo K––. La respuesta a esta pregunta le causó alegría, especialmente porque la
respondió ante un particular, es decir sin asumir responsabilidad alguna. Nadie hasta ese
momento le había preguntado de un modo tan directo. Para disfrutar de esa alegría, añadió:

––Soy completamente inocente.

––Bien ––dijo el pintor, bajó la cabeza y pareció reflexionar. De repente subió la cabeza y dijo:

––Si usted es inocente, entonces el caso es muy fácil.

La mirada de K se nubló, ese supuesto hombre de confianza del tribunal hablaba como un niño ignorante.

––Mi inocencia no simplifica el caso ––dijo K, que, a pesar de todo, tuvo que reír,
sacudiendo lentamente la cabeza––. Todo depende de muchos detalles, en los que el tribunal se pierde. Al final, sin embargo, descubre un comportamiento culpable donde originariamente no había nada.

––Sí, cierto, cierto ––dijo el pintor, como si K estorbase innecesariamente el curso de sus
pensamientos––. Pero usted es inocente.

––Bueno, sí––dijo K

––Eso es lo principal––dijo el pintor.

No había manera de influir en él con argumentos en contra; a pesar de su resolución, K no sabía si hablaba así por convicción o por indiferencia. K quiso comprobarlo, así que dijo:

––Usted conoce este mundo judicial mucho mejor que yo, yo no sé más que lo que he
oído aquí y allá, aunque lo oído procedía de personas muy distintas. Todos coinciden en que no se acusa a nadie a la ligera y que el tribunal, cuando acusa a alguien, está convencido de la culpa del acusado y que es muy difícil hacer que abandone ese convencimiento.

––¿Difícil? ––preguntó el pintor, y elevó una mano––. Nunca se le puede disuadir. Si
pintase a todos los jueces aquí en la pared, uno al lado del otro, y usted se defendiese ante ellos, tendría más éxito que ante un tribunal real.

... ...

––He olvidado preguntarle al principio qué tipo de absolución prefiere. Hay tres
posibilidades, la absolución real, la absolución aparente y la prórroga indefinida. La
absolución real es, naturalmente, la mejor, pero no tengo ninguna influencia para lograr esa solución. Aquí decide, con toda probabilidad, la inocencia del acusado. Como usted es
inocente, podría confiar en alcanzarla, pero entonces no necesitaría ni mi ayuda ni la de
cualquier otro.

Esta gama de posibilidades desconcertó al principio a K, luego dijo también en voz baja,
como había hablado el pintor:

––Creo que se contradice.

––Por qué? ––preguntó el pintor con actitud paciente, y se reclinó sonriente.

Esa sonrisa despertó en K la impresión de que no se proponía cubrir contradicciones en
las palabras del pintor, sino en el mismo procedimiento judicial. No obstante, continuó:

––Hace poco comentó que el tribunal es inaccesible para todo tipo de argumentación,
después ha limitado la validez de ese principio al tribunal oficial y ahora dice, incluso, que el inocente no necesita ayuda alguna ante el tribunal. Ahí se produce una contradicción.
Además, antes ha dicho que se puede influir personalmente en los jueces, pero ahora pone en duda que se pueda llegar a la absolución real, como usted la llama, mediante una influencia personal. Ahí se incurre en una segunda contradicción.

... ...

––¿Cómo denominó las otras dos posibilidades?

Ya había olvidado las expresiones que el pintor había empleado.

––La absolución aparente y la prórroga indefinida ––dijo el pintor––. Usted elige. Ambas
se pueden lograr con mi ayuda, naturalmente no sin esfuerzo, la diferencia en este sentido radica en que la absolución aparente requiere un esfuerzo intermitente y concentrado, mientras que la prórroga, uno más débil, pero continuado. Bien, comencemos por la absolución aparente. Si eligiese ésta, escribiré en un papel una confirmación de su inocencia. El texto para una confirmación así lo he heredado de mi padre y resulta irrefutable. Con esa confirmación hago una ronda con los jueces que conozco. Por ejemplo, comienzo hoy por la noche con el juez al que estoy pintando, cuando venga a la sesión. Le presento la confirmación, le aclaro que usted es inocente y me hago garante de su inocencia. Pero no se trata de una garantía superficial o ficticia, sino real y vinculante.

En la mirada del pintor había un aire de reproche por el hecho de que K le cargase con esa responsabilidad.

––Sería muy amable de su parte ––dijo K––. ¿Y el juez, en el caso de que le creyera,
tampoco me absolvería realmente?"

f kafka

0 comentarios:

Publicar un comentario