martes, 4 de agosto de 2009

un sarcófago como una casa


señora, tiene usted una de las casas más bellas de potes. desde que hace unos años hice una foto de su casa y la luna allí, encima de los picos, su casa está en mi memoria. una bella casa orientada al sol de la mañana y en la que es fácil adivinar un hermoso fuego, infatigable tejedor de sueños, de invierno. una casa de maderas gastadas que son las más vivas y vividas

supuestamente hay casas más bellas; hay otras casas, a veces parecidas a sarcófagos, con puertas salidas del mismo taller que los féretros y diseñadas con la misma sensibilidad. que no valen un encuadre. en cambio; la suya

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"no me miréis con entrecejo fruncido, catones; no me placen esos libros de fastidiosa gravedad. me consagro a describir las costumbres de mi tiempo, y claro es que la copia ha de retratar fielmente el original"

el satiricón, siglo I, es la primera novela de la historia y describe la época y sus costumbres

"se encargó gitón de llevar nuestro modestísimo equipaje, y saliendo de la ciudad, nos dirigimos a casa de licurgo. recibiónos muy bien éste, que en otros tiempos disfrutó del cariño de ascilto; encontramos en su casa a una concurrencia muy distinguida, y pasamos el tiempo muy a gusto. trifena era la más bonita de las mujeres que había allí, y la acompañaba un capitán mercante llamado licas, poseedor de algunas fincas ribereñas. aunque la mesa de licurgo no era espléndida, nos brindaba en cambio su quinta todos los demás placeres. conviene saber que el amor nos dividió pronto en parejas, gustóme la hermosa trifena, y no se mostró sorda a mis ruegos; pero apenas habíamos comenzado nuestros amores, enteróse licas, exclamó que yo le robaba su querida y exigió mis favores en lugar de los de ésta, proponiéndome alegremente el cambio. encaprichado por mí, convirtióse tal antojo en incesante persecución; pero enamorado yo de trifena, no hice caso de aquellas proposiciones. mi negativa le incitó los deseos, y no me dejaba en paz. entró una noche en mi aposento, y al verse rechazado por mí pasó de la súplica a la violencia; empecé a dar gritos, se despertaron los criados, y, gracias al auxilio de licurgo salí incólume de la tentativa brutal. como viera que en casa de licurgo se oponían muchos obstáculos a sus planes, quiso licas llevarme a la suya, y negándome yo a ello, hizo que me lo rogara trifena, a lo cual accedió ésta, esperanzada de verse más libre en casa de licas. determinéme por fin, impulsado por el amor, y acordamos irnos allá gitón y yo, quedándose ascilto con licurgo, que a él se había aficionado de nuevo. convinimos, además, ascilto y yo, que aquello de que cada uno pudiéramos apoderarnos formaría luego parte de nuestra común hacienda. apresuró con impaciencia licas la marcha, de modo que nos fuimos en seguida a su casa, no sin despedirnos de nuestros amigos. arreglóselas de manera que íbamos juntos el y yo, y gitón con trifena. tendióle este lazo porque era sabedor de su inconstancia, y acertó, pues pronto ardió el corazón de aquella mujer por muchacho tan digno de amor como gitón. pronto lo noté, y licas, como es natural, acabó de convencerme de ello. le traté entonces con menos despego, lo cual le llenó de alegría, porque entendió que el despecho me haría olvidar a la infiel y dedicarle a él mi cariño. tal era nuestra situación en su casa. trifena estaba enamoradísima de gitón, éste la correspondía, y aquel amor doble me atormentaba en extremo. licas, deseoso de agradarme, inventaba fiestas nuevas cada día, y su esposa, la amable doris, participaba de ellas, embelleciéndolas, hasta que su belleza me hizo olvidar a trifena. pronto advirtió doris en mis miradas el amor que me inspiraba, y me prometió correspondencia con las suyas. durante algún tiempo fue el único interprete de nuestros deseos la elocuencia de los ojos, que supera a la del lenguaje. había yo conocido lo celoso que era licas, y a su mujer no se le había ocultado la afición que me tenía; callábamos ambos por eso, pero en cuanto pudimos vernos a solas me participó doris sus sospechas. confeséle la verdad y le hice saber que me había resistido siempre a los deseos de su esposo, pero como el ingenio femenil es fértil en recursos, me dijo:
-acudamos a la astucia, y consiente, con tal de disfrutar de mis caricias, en prodigar a licas las tuyas
seguí su consejo, y no tuve que arrepentirme de ello"

la lectura de el satiricón es una delicia; de no ser por ciertas referencias, es una obra de plena actualidad, siendo que existen muchas concomitancias entre aquellos tiempos y estos. tal vez nos falte ahora un grado de desarrollo, pero todo se andará

en la época también eran muy aficionados a las barbacoas acompañadas de sandeces en el comportamiento y sobre todo en lo que se dice (la sandez alcanza un grado más alto en lo que se expresa, que en lo que se hace), cuando es un majadero el que habla. y más si el majadero resulta ser un nuevo rico

gran parte de el satiricón lo ocupa un banquete en casa de uno de estos libertos inmensamente ricos, trimalción. todo en el banquete es una locura y un derroche. derroche sobre todo de estupidez en boca de los nuevos ricos que son invitados y que alcanza su cumbre en las intervenciones de el anfitrión, que además de alardear de su propia persona y sus posesiones se preocupa por su sarcófago:

"dime: ¿construyes mi sarcófago según las instrucciones que te di? pon, sobre todo, la figura de mi perrita a los pies de mi estatua, y coronas y jarros de esencias, y los combates en los que he estado, para que deba a la destreza de tu cincel la gloria de vivir después de mi muerte...que se vean, habinas, navíos navegando a toda vela, y que se me vea a mí, con la toga pretexta, sentado en un tribunal, con cinco anillos de oro en los dedos, distribuyendo al pueblo sacos de dinero...a la derecha pondrás la estatua de fortunata con una paloma en la mano, y una perrita a los pies, y a mi esclavo querido, y ánforas grandes, tapadas herméticamente, para que no se vierta el vino. también puedes poner una urna rota, y, apoyado en ella, un niño llorando. pondrás en el centro del monumento un reloj de sol, con tal artificio dispuesto, que cuando miren la hora tengan a la fuerza que leer mi nombre..."



roma fue un gran imperio, pero hacia el siglo I comienza a conocer su decadencia. curiosamente...empieza a parecerse mucho a nuestra época