domingo, 27 de diciembre de 2009

cro cro cro



"En una vieja crónica italiana del siglo XIV, todavía inédita -y Dios la libre de un erudito que haga una edición metacrítica de ella-, cuéntase cómo el gran taumaturgo lisbonense, quiere decirse, San Antonio de Padua, en vista del felicísimo suceso de su sermón a los peces del mar, decidió otra vez predicar a los peces de un hermoso y cristalino río. Fuese, pues, a la ribera de éste, y allí, en un remanso, empezó a predicar a los discretos y silenciosos peces que le oyeron con su habitual discreción y no menos habitual mudez. Lo que acaso no advirtió el santo es que, juntamente con los peces, le oían también algunas ranas, sentadas, entre alisos, en las orillas del sereno río. Luego que Fray Antonio se hubo ido, acertaron a pasar por allí unos caballeros y deseando, noticiosos del sermón, saber lo que en éste dijo el taumaturgo, se lo preguntaron a las ranas, sabedores de que los discretos peces no habrían de contárselo. Y las ranas les contestaron: "¡Cro, cro, cro, cro!". De aquí proviene, según la crónica, la tan conocida leyenda de que San Antonio de Padua predicó una vez a los peces de un río diciendo: "¡Cro, cro, cro, cro!"."

Miguel de Unamuno


Unamuno es uno de los mejores artistas nacionales. Escultor del lenguaje y el concepto.


"...es que estoy desde hace mucho, y en virtud de mi doble oficio de escritor público y de profesor de lengua castellana, preocupado con la pobreza de nuestros medios gráficos de expresión escrita auxiliares de las letras. La coma, el punto y coma, el punto final, los puntos suspensivos, los guiones, los paréntesis, las interrogaciones, las admiraciones, los diferentes tipos de letras, todo ello no acierta a representar los matices de la expresión hablada. Sería acaso menester poner entre renglón y renglón de letras una especie de pentagrama, un sistema de signos, en cierto modo musicales, que nos dieran sentidos que la mera escritura literal -de letras- no nos da. Sentidos retóricos -en el noble significado-, sentidos de elocuencia, de elocución, no sentidos puramente literarios, esto es, de letra
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lo terrible son los puntos suspensivos, puntos de interinidad, de provisionalidad, puntos que acaban en interrogación -en comedia- o en admiración -en tragedia-, puntos que cabe llamar infinitivos
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¿Bromas? ¡quiá! no hay tales bromas. ¡¡Ay del que vive en ¿....? o en ¡...!, del que vive de ansiedad, echándole un gancho al infinito, que no se deja prender de él, o admirándole!! ¡Ay del que vive en inacabable suspensión de ánimo! No, no es camelo.

una vez, era en el campo, tendido sobre la hierba y a la sombra de un aliso, mientras al chorro de una fuente se iba llenando un cántaro. Un cántaro que era algo así como un órgano hidráulico. Según iba cayendo el chorro de agua en el cántaro -caja de resonancia- daba una nota cambiante. Diríase que el cántaro cantaba con lengua de agua. Hasta que se llenó el cántaro, y el agua, vertiéndose por los bordes de su boca, cantaba... en puntos suspensivos, en puntos infinitivos. El cántaro entraba en la corriente del regato que de la fuente del chorro nacía. "Nuestras vidas son los ríos, que van a dar en la mar...". "