domingo, 28 de agosto de 2011

el calcetín, mojado; y la escalera, al revés


se cuenta que el arte abstracto comienza cuando kandinsky, una tarde que vuelve a casa con el crepúsculo, contempla un cuadro suyo dado la vuelta y no lo reconoce y contempla como aquellas manchas de color son independientes de las formas y parecen tener un fulgor propio. el mundo de la pintura hubiera llegado a la abstracción por otros caminos y el propio kandisnsky estaba en ello. ocurre que uno le da "muchas vueltas" a las cosas hasta que llega a "desvelar" una verdad que era evidente por si misma. con metódica insistencia, damos y damos las mismas vueltas, llegando a las mismas conclusiones y dejándonos un estúpido sabor a paisaje ya transitado. un cambio de posición, un giro, nos desvelan la evidencia. estaba ahí. clara y trasparente, como una canica parada inexplicablemente en el borde de una mesa. un soplo, un suspiro apenas, y la canica cae. como debe ser

te cae una manzana en la cabeza y te das cuenta de la evidencia: masa por aceleración. pero el hábito de mirar las cosas de otra forma te puede llevar a la hoguera, si , por ejemplo, te da por decir que la tierra es redonda antes de tiempo. la anticipación puede hacer que no vendas tus cuadros, aunque tu hermano sea marchante e intente la venta con toda su entrega, y te cortes la oreja y poco después de muerto te transformes en el pintor de mayor influencia. la cosa tiene sus riesgos, quiero decir:

escaleras al revés

esta foto, con otras cuyo tema era ventanas, se expuso en una fachada de santillana, impresa en lonas de dos metros. no me decidí a ponerla invertida, como aquí, pero me quedé con muchas ganas. a mí me gusta más así, al revés. no voy a decir, como en el caso de kandisnsky, que la foto sea abstracta. el giro de mi foto, no la transforma en abstracta, pero me resulta que así me evoca otra realidad. se aproxima más a un lema que tengo que dice: "una foto es un sueño en dos dimensiones"


la realidad tiene otras formas de verse, de encararse o de darle la espalda. pero hay un problema filosófico irresoluble. cuando tus calcetines están mojados no existe otra realidad, que me lo ha dicho cortázar

viernes, 26 de agosto de 2011

cuestión de números

de ser algo, somos un número. un número de abonado a no sé qué. un número en la cola de .... un número de teléfono. un número de la seguridad social. los 20 dígitos de la cuenta del banco. un número de ¿identidad?
los porcentajes nos explican. antes se utilizaba un término que era: "la mayoría silenciosa", que, pudorosamente, ha desaparecido incluso del lenguaje coloquial. ahora, ya no somos "silenciosos"; nos sobran las oportunidades de expresarnos: estamos entre el 68,361 % que prefiere determinada marca de café, o de perfume. Y, por el mismo camino, elegimos los colores del envase y que los envases sean más importantes que el contenido. y podemos cambiar la programación de la televisión con solo utilizar el mando a distancia y este gesto tan trivial es una poderosa forma de expresarnos y de conseguir una programación a nuestra medida. somos la audiencia y ya no somos silenciosos. y ¿a qué hablar de mayorías donde no existen minorías? escojamos el color del producto. lo demás está claro. sin dudas

en estadística se habla de la "curva normal", que no es una afirmación de que dicha curva no es deficiente, si no que hace referencia al concepto de "norma": "regla que se debe seguir o a que se deben ajustar las conductas, tareas, actividades, etc". y, así, se habla de las normas de tráfico, que sirven para hacer cumplir las estadísticas de muertos que alguien se ha propuesto para ese fin de semana. y se hace lo que sea menester para conseguirlo

una de las medidas que ha tomado la autoridad es sacar a las carreteras a multitud de responsables conductores encargados de circular por los carriles izquierdos de las autovías a 80 km/h. su misión es no apartarse, pase lo que pase. se ha comprobado que a 80 km/h, en las autovías, nadie se mata. por el airbag. estos conductores tapón, que circulan henchidos de un orgulloso sentimiento de prudencia aleccionadora, no son bien comprendidos por todos. conozco gente inteligente que confiesa instintos homicidas hacia estos conductores íntegros

yo procuro no dejarme llevar por los instintos. soy un humanista. preferiría que se les aplicaran unos electrochoques. y, así, de paso, recuperamos esta edificante técnica (la del electrochoque), que, incomprensiblemente, se ha dejado de usar