miércoles, 12 de noviembre de 2008

¡¡¡impostor!!!


¡¡¡impostor!!!

Cuando inicié mi fotolog, tenía que hacerme un perfil, o como poco adoptar un nombre. Un nick.

Acababa de leer Rayuela y me había llamado la atención el "gato calculista". Una estrella: "el martes había función a las siete y a las nueve, con presentación de cuatro osos, cuatro, del malabarista recién desembarcado de colombo, y por supuesto del gato calculista".

Me gustaba ser un personaje importante en la función y con cierta libertad, teniendo en cuenta que se trata de "una función". "A la hora del gato calculista se asomaban siempre a verlo trabajar porque ese animal era absolutamente inexplicable, ya dos veces había resuelto una multiplicación antes de que funcionara el truco de la valeriana. Traveler estaba estupefacto, y pedía a los íntimos que lo vigilaran. Pero esa noche el gato estaba hecho un estúpido, apenas si le salían las sumas hasta veinticinco, era trágico. Fumando en uno de los accesos a la pista, Traveler y Oliveira decidieron que probablemente el gato necesitaba alimentos fosfatados, habría que hablarle al dire. Los dos payasos, que odiaban al gato sin que se supiera bien por qué, bailaban alrededor del estrado donde el felino se atusaba los bigotes bajo una luz de mercurio. A la tercera vuelta que dieron entonando una canción rusa, el gato sacó las uñas y se tiró a la cara del más viejo. como de costumbre el público aplaudía locamente el número."

De alguna forma el personaje más cuerdo en una novela llena de locos. el más capaz de originar comprensión: "A él lo único que realmente le gustaba en esos días era jugar con el gato calculista, que le había tomado un cariño enorme y le hacía cuentas exclusivamente para su placer. Como Ferraguto había dado instrucciones de que al gato no se le sacara a la calle más que en una canasta y con un collar de identificación idéntico a los de la batalla de Okinawa, Oliveira comprendía los sentimientos del gato y apenas estaban a dos cuadras del circo metía la canasta en una fiambrería de confianza, le sacaba el collar al pobre animal, y los dos se iban por ahí a mirar latas vacías en los baldíos o a mordisquear pastitos, ocupación deleznable."

Así que decidí tomar "el perfil", la personalidad del gato calculista y me llamé cien pesos.

Pero hete aquí que mi sobrenombre fue producto de una confusión, de una confianza en la memoria, en mi mala memoria, que me llevaba a creer que el nombre del gato calculista era cien pesos. y reiteradamente expliqué que cien pesos era el nombre del gato calculista. Nadie dijo nada, porque nadie ha leído Rayuela, porque nadie se ha enterado (como yo) o porque nadie ha leído mi fotolog, o porque habiéndolo leído y habiendo leído Rayuela y habiéndose enterado, nadie ha considerado interesante hablar conmigo.

Lo que haya pasado es lo de menos. Lo que cuenta es que cien pesos no es el gato calculista; cien pesos es...¡un canario!:

"—es la profesión, qué le vas a hacer. no te tenés que preocupar. oí cómo canta cien pesos ahí abajo.

—le estarán cambiando la sepia, animalito de dios —dijo Gekrepten—. es más agradecido...

—agradecido —repitió Oliveira—. mirá que agradecerle al que lo tiene enjaulado.

—los animales no se dan cuenta.

—los animales —repitió Oliveira"

Cuando me di cuenta un abismo se abrió a mis pies. Todo en lo que había creído en los últimos meses, todo lo que había luchado, mi vida pasó completa ante mí en un momento, como dicen que pasa en los condenados a muerte, y me derrumbé:

Soy un canario. El canario que se comió al gato. Un canario psicópata...la tragedia de mi vida





"¡mira, un lindo gatito!"