martes, 15 de junio de 2010

paisaje después de la batalla


"veía, escogiendo con cuidado los términos y calculando los efectos, una ventanita abierta sobre un paisaje llano, limpio y vacío. es un páramo, y un estrecho camino, sin bordes ni sombra, desliza sus suaves curvas alternantes hasta perderse de vista. el aire gris pálido no contiene ni un soplo de brisa. a lo lejos puede verse, entre la tierra y el cielo, una especie de comisura que deja escapar en algunos puntos como el exceso de un mundo soleado. se trata de una tarde de otoño, a principios de noviembre probablemente"

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"el campo se abría ante ellos. nada fructificaba, es decir nada útil a los hombres. tampoco estaba muy claro qué era lo que de ese campo pudiera interesar a los animales. los pájaros debían encontrar lombrices. era de forma irregular y estaba rodeado por un seto enclenque, compuesto por viejos troncos de árbol y matojos de zarza. quizás en otoño dieran algunas moras salvajes. una yerba azul y agria disputaba el terreno a los cardos y a las ortigas. las últimas bien pudieran servir de forraje, en realidad. más allá del seto otros campos, de igual aspecto, rodeados por otros setos no menos iguales. ¿cómo se pasaba de un campo al otro? saltando los setos, quizás. una cabra se interesaba caprichosamente por las zarzas. levantada sobre sus patas traseras, las delanteras apoyadas sobre un tocón, rebuscaba las espinas más tiernas. se volvía con petulancia, daba unos pasos furiosos y se inmovilizaba. de vez en cuando daba un saltito, recto en el aire. luego se metía nuevamente en el seto. ¿daría de ese modo la vuelta al campo? ¿o se cansaría antes?

acabarían entendiendo. levantarían edificios. o vendría un cura, con su hisopo, y sería un cementerio. cuando volviera la prosperidad"

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"un camino todavía transitable atraviesa el alto páramo. es el antiguo camino de los ejércitos. corta a lo largo unas extensas turberas, a quinientos metros de altura, o mil, si les gusta más. ya no es posible mayor abandono. algunas fortalezas en ruinas, algunas casas en ruinas. el mar no está muy lejos, los valles que descienden hacia el este permiten verlo, pero no tiene un color mucho más intenso que el cielo que no tiene ninguno, es como una moldura. en los repliegues del páramo hay lagos escondidos, hay que dejar la senda para verlos, unos senderillos llevan hasta ellos, rodeados por altos acantilados. todo parece llano o con suaves colinas, y, sin embargo, se pasa cerca de altos acantilados, sin sospechar su existencia. para colmo, de granito. estraño país. es hacia el oeste donde la sierra alcanza su máxima altura, los picos hacen elevar la mirada a los más perezosos, esos picos desde donde puede verse el páramo sin horizontes, las célebres praderas, el valle de oro. delante de ellos el camino serpentea hasta perderse de vista, hacia el sur. sube, pero nadie lo diría. ya nadie pasa por aquí, de no ser los maniáticos del pintoresquismo o de la caminata. disimulada por el brezo, la turbera atrae con un atractivo difícil de resistir por parte de los mortales. luego, los devora, o la niebla desciende. tampoco la ciudad está lejos, en algunos lugares pueden verse de noche sus luces, su luz, mejor dicho, y de día sus humos. incluso se distingue, en días muy claros, los rompeolas del puerto, de los dos puertos, avanzan brazos minúsculos por el mar vidrioso, se les sabe horizontales, pero se les ve elevados. se ven las islas y los promontorios, todo consiste en ponerse en el lugar adecuado, y por la noche, naturalmente los faros, de luces fijas y giratorias. hasta el cielo azul parece más bajo, visto desde esta llanura, ya puede uno razonar, que la impresión sigue siendo la misma. aquí querría uno acostarse, en un hueco bien forrado con matojos secos, y dormirse, por última vez, una tarde. haría sol, la cabeza reposaría entre la vida minuciosa de los tallos y las corolas, uno se dormiría en el acto, abandonando a toda prisa las cosas más encantadoras. es un cielo sin pájaros, aves rapaces todo lo más, pero no pájaros-pájaros. fin del paisaje descriptivo"

samuel beckett. 19 46

film (parte 1). samuel beckett. 19 64