miércoles, 4 de agosto de 2010

más acá del más allá

Reflejos en "El gran árbol y el ojo", Anish Kapoor
Reflejos en "El gran árbol y el ojo", Anish Kapoor. Guggenheim, Bilbao.


Puedo asegurar que no existe "un más allá" con la misma rotundidad que aseguro que existe "un más acá"




"Esta deslumbrante escultura está formada por ochenta esferas de acero inoxidable reflectante asentadas sobre tres ejes. Múltiples imágenes se reflejan en sus superficies espejadas, estirándose como un arroyo de relucientes burbujas vítreas. Simultáneamente, cada una de las esferas se refleja a sí misma, a las que tiene alrededor y a todos los componentes que forman la torre. Podemos ver nuestro propio reflejo repetido, así como el reflejo de la arquitectura que nos rodea. El ángulo de las imágenes va cambiando a medida que nuestra mirada asciende por la escultura"

Este párrafo, sacado de la explicación que en su web da el propio museo Guggenheim de la obra "El gran árbol y el ojo" de Anish Kapoor, sirve para formarse una idea de el arte actual y su literatura. Literatura del vacío. Me ha asombrado que pueda haber alguien que explique de forma tan pedante el acto trivial de mirar los reflejos en una acumulación de bolas reflectantes. En la foto anterior se puede ver al propio fotógrafo y su bicicleta en el centro de la foto. No me hubiera percatado de mi presencia en el reflejo de no ser por la brillante explicación del cureitor de turno.

La obra completa de Anish Kapoor es esta:


Aunque no me parece que sea una gran obra de arte y, desde luego, no veo por ninguno de sus reflejos que sea una "deslumbrante escultura", las bolas tienen cierta gracia y su autor me merece algo de respeto aunque sólo sea por reconocer al color entidad en sí mismo, el color como una realidad física y objetual.

Continuemos con el texto Guggenheim:

"A primera vista, parece como si las esferas hubieran sido colocadas al azar. Eso forma parte de la ilusión óptica de la obra; en realidad, es fruto de una solución estructural matemáticamente compleja y cuidadosamente calculada. Nuestros movimientos provocan reflejos que parecen resbalar y deslizarse por las redondeadas superficies sumamente pulidas. Cuando cambiamos de posición, la arquitectura reflejada en las esferas parece distorsionarse y arquearse. Nuestra mirada es de gran importancia. Desempeñamos un papel activo fundamental, dando vida a las múltiples esferas de una escultura que se deleita en la luz y el resplandor"

Y seguimos con la pedantería cureitor más o menos inocente. Y así llegamos a la impostura, a la vaciedad y a la mentira; la gran mentira que es el arte actual. Ni Peggy Guggenheim en persona podría convencerme de que las bolas se han colocado según "una solución estructural matemáticamente compleja". Camelo y charlatanería de los que gustan para desayunarse los políticos y gestores de las cosas culturales.

La misma charlatanería con la que el arquitecto del edificio del Gobierno Vasco les vendió a los mandamases cuando les explicó que las puntillitas (tan feas y horteras) que llevan los cristales del citado edificio habían sido calculadas matemáticamente para producir una sombra que anulara la fuerza del sol en su edificio acristalado:

"Exteriormente el edificio se resuelve con un único material. El vidrio, que en sucesivas capas va envolviendo y protegiéndolo a las inclemencias solares. Se ha diseñado un motivo que se serigrafiará en determinadas zonas. Estas zonas han sido determinadas según el estudio de los rayos solares. Para la inclinación del verano, los motivos de las fachadas se suman ocultando y disminuyendo la luminosidad que pasa al interior"

Véase la foto siguiente y compruébese que en situaciones así, si falla "el estudio de los rayos solares", hay que recurrir a las cortinas como toda la vida. Y espero que éstas sean de las normales y no hayan sido matemáticamente calculadas; foto del edificio del Gobierno Vasco en la plaza Bizkaia:
Edificio Plaza Bizkaia, Bilbao
Edificio Plaza Bizkaia, sede del Gobierno Vasco en Bilbao




Si algo encuentro positivo en el texto del Guggenheim es, que siendo un documento curatorial, no haya utilizado ni una sola vez esas palabras tan apestosas en la verborrea curatorial de esta pequeña parte de la geo grafía que la Cordillera Cantábrica aplasta entre las nubes y el Cantábrico en la que vivo y me mortifican con expresiones como: expandido, transversal, transgresor, visibilidad, interferencia, incertidumbre, reflexivo, memoria retínica, interacción...


Sólo han rozado la situación sin entregarse del todo a la masturbación verboconceptual tan en boga. En fin:
"El gran árbol y el ojo expresa la naturaleza fugaz de la apariencia de las cosas. Mediante una compleja utilización de la luz y las sombras, del volumen y del espacio, nos hace pensar en la inestabilidad del mundo visible. El tiempo y el espacio se suspenden y alteran. A pesar de ser una escultura de grandes dimensiones, se nos presenta como algo ingrávido y efímero"

"Mediante una compleja utilización de la luz y las sombras, del volumen y del espacio, nos hace pensar en la inestabilidad del mundo visible..." ¡ya!

Puedo asegurar que las bolas no me han hecho pensar nada; si acaso que otra bola más. Pero el texto sí me ha hecho pensar en que las bolas nos las colocan transversalmente en un mundo estúpido que se expande con espíritu transgresor tomando visibilidad en una interacción reflexiva que crea la incertidumbre de la interferencia entre un más allá y un más acá.


1 comentario:

  1. Glorioso, llego aquí redireccionado por otra página y aunque el arte no sea mi campo,ni mucho menos la critica del ídem, puedo decir que en lo mío -la filosofía continental- también sufrimos el azote de la jerga veboconceptual-quenodicenada-ysepuedeaplicaratodo ¡Ánimo!

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